Ciencias Sociales España , Salamanca, Lunes, 30 de marzo de 2020 a las 11:59
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Los efectos del confinamiento en niños: cómo manejar una situación inédita

Mónica Fernández, psicopedagoga, orientadora familiar y colaboradora del programa 12 MESES CUIDÁNDOTE del IBSAL, recomienda transmitir una sensación de control y mantener las normas habituales, aunque es necesario incluir nuevas actividades

IBSAL/DICYT El confinamiento en casa para contener la epidemia del nuevo coronavirus supone afrontar una situación inédita para todo el mundo, pero especialmente delicada para algunos colectivos, como los menores. Niños y niñas ven cómo el día a día se ha transformado, quizá sin comprender bien lo que está sucediendo. ¿Cómo deben manejar la situación padres y madres? ¿Cambian las normas? ¿Cómo organizar el tiempo? ¿Qué información darles?


Mónica Fernández, psicopedagoga, orientadora familiar y colaboradora del programa 12 MESES CUIDÁNDOTE del Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca (IBSAL), está recibiendo muchas consultas en estos días. En una entrevista concedida a DiCYT, explica algunas de las claves sobre cómo llevar mejor el encierro en casa. “Para los niños es gran un cambio de sus normas y sus rutinas. De repente todo es diferente y no entienden nada. No obstante, son muy adaptables y no tienen una conciencia del peligro al que nos estamos enfrentando”, explica.


La primera gran clave es la sensación que los padres transmiten a sus hijos. “Lo que más les influye es el nerviosismo que se está viviendo en general, el estado anímico de las familias se ve totalmente reflejado en los niños”, asegura la experta. Esa “transferencia emocional” hace que muchos reclamen atención en tareas que ya hacían de manera autónoma, como bañarse; que no quieran dormir solos; o que comiencen a chuparse el dedo y a morderse las uñas. En los más mayores, las consecuencias son la irritabilidad, los cambios de ánimo o el desafío a las tareas que les imponen.


La sensación de control es un factor fundamental, porque los niños están acostumbrados a que sus padres, pase lo que pase, saben lo que hay que hacer. “Lo que más ayuda es transmitirles una sensación de confianza, aunque muchos no la tenemos. Tú le puedes decir a tu hijo que también estás asustada, pero que podéis hacer cosas para solucionarlo juntos y que esto pasará. Si el niño reconoce que su madre está asustada, no tendrá dificultad para expresar sus emociones y esto es clave, darle un espacio para expresar lo que sienten”, afirma.
En cambio, “si les decimos que no pasa nada y con nuestras acciones nos estamos contradiciendo, ellos entienden que pasa algo y no se quedan tranquilos. Por mucho que le digas que no pasa nada, el niño no escucha tus palabras, sino tu tono, tu lenguaje gestual".


De hecho, esto no sólo está relacionado con la situación de cuarentena. “Aunque les pudiéramos sacar al parque, si nosotros estamos nerviosos, irascibles, preocupados o asustados, se lo trasladamos inconscientemente. Sucede algo parecido con los duelos, como en la pérdida de un familiar. Hay que aceptar que es un hecho triste y que hay afrontarlo juntos. Si les explicas eso, se dejarán llevar”, comenta.


Información


El manejo de la información sobre la COVID-19 es otro punto clave, pero en este aspecto el primer problema suele ser la sobreinformación que los padres. “Ver el telediario durante el día a día no es una necesidad, puedes acceder a las noticias por internet y enterarte sin que tu hijo esté presente. Yo recomendaría que los niños no se expusieran a un informativo en el que tú no puedes controlar qué noticia va a salir”, aconseja la psicopedagoga.
En cambio, en el caso de los preadolescentes, conviene compartir ciertas informaciones previamente filtradas por los padres. “Para eso internet es un gran aliado. Tú ya sabes qué noticia les vas a enseñar y decides qué información permites que les llegue y cuál prefieres parar”, apunta.


No obstante, la manera de tratar este tema es diferente en cada familia. Mientras que algunas han optado por rebajar la gravedad de la situación, otras prefieren no ocultarla y, a partir de esa decisión que deben tomar las personas implicadas en la educación de los menores, deben actuar de una manera o de otra.


En cualquier caso, siempre es importante responder todas las dudas de los niños, no responder con evasivas y sobre todo evitar decirles que ellos no pueden comprender las cosas porque son demasiado pequeños. “Cuando hacemos esto imaginación de los niños les lleva a escenarios que son muchísimo más graves que los que estamos viviendo. Coger una conversación a medias o ver algo de pasada en la televisión les lleva a tener ideas más catastróficas de las que nos podemos imaginar”, advierte la psicopedagoga.


Normas


Lo cierto es que en un ambiente de confianza y con la información adecuada, niñas y niños pueden sobrellevar el confinamiento mejor de lo esperado porque están acostumbrados a tener que afrontar situaciones nuevas. “En su día a día se enfrentan constantemente a retos, pero están acostumbrados a hacerlo teniendo un sustento, una persona que les guía, les ayuda y les marcar límites”, destaca Mónica Fernández.


Es decir, que los niños tienen que notar que sus padres siguen ahí. Por eso, “si se comportan de manera equivocada, no tienes por qué dejar que sea así, tienes que corregirlo si eso es lo que has marcado como límite anteriormente. Puedes ser un poco más laxo con las normas, pero no muy laxo, tiene que haber una coherencia”, añade.


No obstante, ante este nuevo panorama también “necesitan una dosis extra de cariño y de contacto físico”. Por eso, hay que evitar prolongar enfados o castigos que ellos no comprenden. “Si hay un momento de tensión, el niño se ha olvidado una hora más tarde, pero nosotros no. Si les castigamos privándoles de cariño o de contacto físico, su actitud puede ser más apática o irascible y entramos en un círculo vicioso, porque se cargan más y se comportan de manera más errática o impulsiva, les cargamos la mochila de emociones intensas y desagradables”, advierte.


Organizar rutinas


Una de las principales fuentes de conflictos está en la organización de las rutinas diarias. El hecho de permanecer en casa hace que los menores identifiquen más el confinamiento con unas vacaciones, mientras que los padres son conscientes de que esta situación se pueden prolongar y se preocupan porque sus hijos mantengan una rutina, especialmente con los deberes. “A la hora de hacer las tareas escolares hay que mezclar los periodos de atención con descansos breves, de unos cinco minutos, y añadir un descanso largo a media mañana. A veces también conviene dejar al niño solo, que se aburra”, comenta la experta.


En cuanto al ocio, conviene que el menor se entretenga con sus juegos habituales, pero también introducir otros que le obliguen a moverse. “Eso es algo que no hacíamos en casa porque ya lo cubrían las rutinas de fuera: recreos, deporte y actividades extraescolares”, explica la psicopedagoga. Juegos de movimiento, bailes o cualquier actividad física ayudarán con el hambre y el sueño, que en algunos casos resultan problemáticos porque no han tenido el desgaste físico suficiente.


En estos días de encierro también son importantes “las actividades que impliquen compartir intimidad, las que tiene que ver con la cercanía y el contacto, en las que podamos hablar o contar cuentos”. Esto resulta más necesario ahora porque el aislamiento les priva del contacto con sus amigos e incluso aunque lleguen a comprender muy bien lo que sucede, “su perspectiva siempre va a ser distinta a la de los adultos”.


En cualquier caso, hoy en día se pueden aprovechar las ventajas de las nuevas tecnologías para que en parte sigan en contacto con los amigos: “Podemos montar una conferencia en grupo incluso de tres horas. Si son pequeños, no van a charlar, sino a jugar delante de otros, que es su manera de relacionarse”.


No obstante, esto no significa que sea bueno rellenar el tiempo a base de pantallas. “Debemos seguir las normas y rutinas que teníamos antes de este periodo. Si el niño no estaba acostumbrado a ver la televisión a diario, es mejor que siga siendo así. Si sólo le permitíamos jugar con la tablet los fines de semana, mantengamos esa norma”, aconseja.