Mosquitos transgénicos para combatir dengue, chikunguña, zika y fiebre amarilla
AGÊNCIA FAPESP/DICYT - Junto al desarrollo de vacunas, la producción de mosquitos genéticamente modificados puede convertirse en una de las armas más eficientes a la hora de enfrentar las epidemias de dengue, chikunguña, zika y fiebre amarilla.
En el Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de São Paulo (ICB-USP), en Brasil, se desarrollaron machos transgénicos de Aedes aegypti, dotados de espermatozoides defectuosos, que podrán producirse a escala piloto en el transcurso del año próximo.
“Esos machos transgénicos buscan hembras silvestres donde quiera que éstas se encuentren, incluso en lugares inaccesibles para la acción humana. Debido al defecto que se les introdujo en sus espermatozoides, los huevos resultantes de la cópula son inviables, y esto contribuye para la disminución de la población de Aedes aegypti”, dijo Margareth Capurro, docente del ICB-USP y principal responsable del desarrollo de estos mosquitos modificados mediante transgenia.
La investigadora hace la salvedad de que a estos Aedes aegypti transgénicos no debe tenérselos como estrategia exclusiva de combate sino que deben formar parte de un control integrado, que va desde la educación de la población hasta el desarrollo de vacunas, pasando por la eliminación de potenciales criaderos (depósitos de basura, plásticos, botellas y neumáticos) y por el empleo de larvicidas e insecticidas.
“Este mosquito es un producto brasileño. Su desarrollo contó con la financiación de la FAPESP [Fundación de Apoyo a la Investigación Científica del Estado de São Paulo] y de la Agencia Internacional de Energía Atómica [una organización autónoma en el ámbito de la ONU, la Organización de las Naciones Unidas]. Por este motivo, en lugar de que se lo apropie alguna empresa privada con fines de lucro, la ONU distribuirá los ejemplares gratuitamente entre los 44 países que toman parte en el control de mosquitos. Ya he argumentado incluso que no corresponde requerir una patente, pues se le donará esta tecnología a cualquier país que desee implementarla”, dijo Capurro.
Según la investigadora, la fase I de la investigación ya está concluida, con la producción del mosquito en el campus de la Universidad de São Paulo, en el laboratorio del ICB-USP.
“Durante el próximo verano se pondrá en marcha la fase II, que consiste en la prueba en jaula de campo. Los mosquitos quedarán confinados en espacios grandes, de 3 metros cuadrados de base, inmersos en el ambiente natural. El objetivo consiste en saber si sobreviven y si son capaces de copular en presencia de vientos o de lluvias. Es un test importante, pues cuando efectuamos una modificación genética, además de las características de interés, podemos inducir también características indeseables”, explicó Capurro, quien llevó a cabo el proyecto de investigación intitulado “Evaluación y mejoramiento de linajes transgénicos de Aedes aegypti para el control de la transmisión del dengue”, que contó con el apoyo de la FAPESP.
La fase II tendrá lugar en la biofábrica de Moscamed Brasil, en la localidad de Juazeiro, estado de Bahía. Esta institución asociada es una organización social sin fines de lucro creada con base en el programa de la Agencia Internacional de Energía Atómica para el desarrollo de variedades estériles de la mosca de la fruta del Mediterráneo; de allí su nombre. Dicho programa ha inspirado la creación de varias biofábricas destinadas a la producción de insectos transgénicos en el mundo.
La producción a escala piloto
Cada ciclo de vida de un mosquito dura 30 días. Por este motivo, la fase II, que corresponde al desarrollo de varias generaciones y a las respectivas evaluaciones, deberá extenderse durante entre seis y ocho meses, aproximadamente entre septiembre de 2018 y marzo o abril de 2019.
Si todo sale bien, durante la transición de 2019 a 2020 se podrá ingresar en la fase III, que consistirá en la producción del Aedes aegypti genéticamente modificado a escala piloto, en cantidades de 500 mil ejemplares por semana aproximadamente.
Durante esa fase, el producto podrá pasar aún por algunos ajustes. La etapa siguiente será la de implementación de la estrategia a gran escala. Para ello, la biofábrica de Juazeiro ya cuenta con una capacidad instalada como para producir 14 millones de mosquitos transgénicos por semana.
“Pero la producción en Juazeiro o en otro lugar depende de diversas consideraciones logísticas, que deberán contabilizar los costos de producción y los costos de transporte, contratación y capacitación de personal calificado, etc. Mi intención es entregarle la tecnología lista al Ministerio de Salud y a otros ministerios, para que, de haber interés, se cree un programa destinado a su implementación. Como el producto se le entregará también a la ONU, aun cuando Brasil decida no implementar este programa, otros países podrán hacerlo”, dijo Capurro.