Cultura Chile , Chile, Lunes, 03 de noviembre de 2014 a las 11:07

En Chile, Per煤 y Argentina el aguardiente marc贸 los nombres de las ciudades

La producci贸n y distribuci贸n del aguardiente de vino en Chile y Per煤, conocido como pisco, constituy贸 una de las principales actividades econ贸micas en Am茅rica del Sur

SINC/DICYT Un estudio de la Universidad de Santiago de Chile explica la evolución de los topónimos de las zonas de producción y distribución del pisco en Chile, Perú y Argentina a lo largo de cuatro siglos. Los aspectos culturales, económicos y sociales relacionados con el aguardiente de vino determinaron el nombre de las ciudades y aún se encuentran en los mapas a pesar de los avatares históricos y políticos.

 

“La toponimia es misteriosa y no obedece a reglas fijas”, afirma Pablo Lacoste, investigador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile que ha buceado en los fondos notariales y judiciales y otras fuentes historiográficas que se remontan al periodo colonial para desentrañar esta historia, reflejada ahora en un artículo de la revista científica Idesia.

 

Los españoles impusieron nombres de santos y de la geografía peninsular a lugares que tenían denominaciones indígenas. Tras la emancipación americana, los nuevos gobernantes optaron por nombres de patriotas de la independencia y, posteriormente, gobiernos autoritarios y populistas también realizaron cambios. Sin embargo, “existe un margen de resistencia en la sociedad” frente a las denominaciones oficiales y este caso es un buen ejemplo.

 

El pisco es un aguardiente destilado de vino de uvas criollas y llegó a ser a finales del siglo XVIII el principal producto importado por la Villa Imperial de Potosí, al representar más de un 30% del total del comercio que llegaba a la que fue durante mucho tiempo la ciudad más poblada del imperio Español gracias a sus minas de plata.

 

Desde las zonas de producción de Chile y Perú se establecieron grandes rutas por las que los arrieros transportaban el producto generando una intensa actividad económica cuya importancia se refleja incluso en el siglo XX al convertirse Pisco en la primera Denominación de Origen de América Latina.

 

La historiografía peruana sostiene que el nombre del aguardiente tiene su origen a finales del siglo XVIII o principios del XIX en el puerto de Pisco, ubicado a unos 200 kilómetros al Sur de El Callao. Sin embargo, algunos documentos indican que comenzó a denominarse pisco en el Norte de Chile, donde existe un ave con ese nombre y se utilizaba un recipiente de greda que también se llamaba así y que servía, precisamente, para envasar el aguardiente de uva.

 

Aparte del puerto de Pisco, existe otra localidad paradigmática en la toponimia relacionada con el aguardiente, la chilena Pisco Elqui, pero los nombres de lugares que tienen que ver con el pisco se pueden rastrear desde la producción de la uva hasta su transformación en aguardiente y por los caminos que la transportaban.

 

Cultura popular

 

Así, se puede encontrar Viña del Mar, la segunda ciudad de Chile en la actualidad; Puerto Caldera, vinculado a la actividad de los caldereros, que fabricaban recipientes para el aguardiente, como los alambiques en los que se destilaba; o Chilecito, localidad argentina que era el punto de reunión de los arrieros que llevaban el licor desde el país vecino.

 

Los nombres específicos del pisco, tanto en Chile como en Perú, terminaron por imponerse debido a su asentamiento en la cultura popular, pero después de pasar por periodos en los que las decisiones políticas cambiaron varias veces los nombres oficiales.

 

El puerto de Pisco fue Villa y Puerto de la Independencia y Chilecito se transformó en Villa Argentina hasta que los gobernantes se rindieron ante la evidencia de que las denominaciones tradicionales eran las preferidas por la población.

 

Referencia bibliográfica 

 

Pisco and toponimy: impact of brandy routes in development of geographical names and places in Chile, Peru and Argentina. Lacoste, P.; Jiménez, D.; Cruz, E.; Rendón, B.; Soto, N. IDESIA 2014 Vol. 32 No. 3 pp. 31-41. DOI: 10.4067/S0718-34292014000300005