En busca de tratamientos que se adelanten a la aparición del alzhéimer
JPA/DICYT Prevenir el alzhéimer es más fácil que revertir los problemas que acarrea esta enfermedad. Así lo ha asegurado hoy el reconocido científico Jesús Ávila, director del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned) y miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), en una conferencia que ha ofrecido en el Centro de Referencia Estatal (CRE) de Atención a Personas con Enfermedad de Alzheimer y Otras Demencias de Salamanca, en la que ha realizado un repaso por los estudios más recientes en este campo.
En su opinión, el gran problema al que se enfrentan los investigadores es que se trata de una “enfermedad silenciosa”, de manera que cuando se diagnostica ya está avanzada y es difícil de tratar. Por eso, La idea es empezar los tratamientos cuando hay pocos síntomas o incluso cuando aún no han aparecido. Para ello es necesario “encontrar buenos marcadores tempranos”, afirma en declaraciones recogidas por DiCYT.
Un caso excepcional es el alzhéimer de tipo familiar, aunque sólo representa el 1% de los casos. “Se heredan una serie de mutaciones en algunos genes y sabemos con seguridad que, si la persona vive lo suficiente, va a tener la enfermedad, es más, se puede calcular con un error muy corto exactamente a qué edad va a empezar a aparecer”, comenta Jesús Ávila.
En particular, el experto ha citado una investigación que se está desarrollando en Colombia con una familia que sufre este tipo de alzhéimer hereditario. La clave de este estudio, que durará entre cinco y diez años está en la mutación de un gen y el resultado “nos puede dar una idea de si podemos prevenir la enfermedad”, señala. En este tipo de alzhéimer genético los casos son muy tempranos, llegando a desarrollarse la enfermedad antes de los 60 años.
Frente a la rareza que supone el alzhéimer familiar, el 99% de los casos son esporádicos, pero los científicos han podido acotar una serie de factores de riesgo que también pueden ayudar a tomar medidas preventivas. El más evidente es el envejecimiento, pero la diabetes o la hipertensión también parecen tener una relación directa con la aparición de la enfermedad.
Además, existen otros marcadores genéticos muy determinados que no tienen que ser mutaciones, sino simplemente diferentes formas de proteínas, lo que se conoce como polimorfismos. “Son la esencia de la diversidad humana”, apunta el investigador, “hacen que seamos más altos o más bajo”, pero también pueden incrementar el riesgo de sufrir la enfermedad.
En definitiva, “cuanto antes empecemos a prevenir, mejor”, comenta Jesús Ávila, aunque reconoce que aún queda mucha investigación básica por delante para saber cómo hacerlo.
De fármacos sintomáticos a modificadores
Por otra parte, al margen de la prevención, los científicos se preguntan también qué hacer cuando ya se diagnostica el problema, que suele ser en una fase muy avanzada. En particular, el sitio del cerebro donde se localiza la memoria, el hipocampo, ya está muy deteriorado cuando se detecta la enfermedad.
“El problema es que sólo tenemos fármacos sintomáticos, por ejemplo, para la memoria, pero lo que buscamos son modificadores que paren la enfermedad”, indica. El experto lo explica con una analogía: cuando una persona tiene catarro puede tomarse un caramelo que le alivie la tos, pero lo que realmente necesita son antibióticos para acabar con el problema en su conjunto; en este caso, los fármacos son como esos caramelos escasamente eficaces para alguno de los síntomas en concreto y lo que la investigación persigue son medicamentos que realmente cambien el curso de la enfermedad.