Tecnología España , Salamanca, Jueves, 05 de junio de 2014 a las 19:07

“Queremos compartir datos de forma abierta pero manteniendo la privacidad”

David Robertson, uno de los científicos más influyentes en la computación social, ha participado en el congreso de inteligencia artificial de Salamanca

José Pichel Andrés/DICYT Una de las disciplinas de moda en el mundo de la informática es la computación social, que se encarga de estudiar la interacción entre los comportamientos de las personas y los sistemas computacionales. Fenómenos como las redes sociales ponen en evidencia la capacidad de internet para obtener una enorme cantidad de datos, lo cual plantea tanto la posibilidad de desarrollar fantásticas aplicaciones como el reto de proteger los datos personales. David Robertson, director de la Facultad de Informática de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), es uno de los científicos más influyentes en este campo, con varios proyectos de investigación, por ejemplo, en torno al desarrollo de ciudades inteligentes. Este experto ha concedido una entrevista a DiCYT en el marco de la Conference on Practical Applications of Agents and Multi-Agent Systems, XII PAAMS, encuentro sobre inteligencia artificial que se celebra estos días en Salamanca.

 

¿Qué entendemos por computación social?
La computación social tiene los mismos elementos que cualquier programa informático pero una parte importante de intervención humana. Los humanos somos muy buenos en determinadas tareas que los ordenadores no pueden hacer, así que la idea fundamental es combinar las dos cosas. Un buen ejemplo sería el experimento que realizó hace unos años DARPA [Defense Advanced Research Projects Agency, Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa de Estados Unidos]. Era una competición, soltaron 10 grandes globos aerostáticos a lo largo de Estados Unidos y el objetivo era encontrarlos. El ganador fue un grupo del Instituto Tecnológico de Massachusetts, el MIT, que creó una web en la que te podías registrar y registrar a tus amigos. Si eras el primero en encontrar uno de los globos, tenías un premio económico, pero lo más inteligente fue que si recomendabas a un amigo que encontraba uno de ellos, ibas a lograr la mitad del premio y así sucesivamente si continuabas haciendo nuevos amigos y repitiendo el proceso. De esta forma, consiguieron un fenómeno viral y encontraron todos los globos en menos de 10 horas. La computación social es realmente muy sencilla pero puede implicar a una gran cantidad de la población.


Estamos hablando de redes sociales…
Sí, hay grandes compañías que construyen sistemas sociales de computación como Facebook o Twitter, pero con respecto a la investigación tenemos el problema de que todas estas aplicaciones han sido demasiado específicas hasta ahora. Lo que nos gustaría hacer, y aún no sabemos si es posible, es construir un lenguaje general para la computación social que permita compartir componentes y datos, y nos gustaría hacerlo de una forma muy democrática, con una arquitectura abierta para este tipo de sistemas.

 

¿Qué aplicaciones tendría?
El área que más me interesa es la sanitaria. De hecho, hoy en día ya tenemos bastantes aplicaciones, por ejemplo, hay pacientes que están registrados en páginas similares a Facebook, con la diferencia de que su objetivo es compartir aspectos relacionados con la salud. Por otra parte, en países como el Reino Unido, los investigadores biomédicos intercambian datos relacionados con su área de conocimiento pero son privados, no están disponibles para la comunidad. Sea de una manera o de otra, sería interesante obtener estadísticas sobre salud manteniendo la privacidad de los datos.


Esto sería muy útil para la investigación científica.
La ciencia en sí misma es otro buen ejemplo. Algunas investigaciones están teniendo mucho éxito gracias a la participación multitudinaria, por ejemplo en astronomía, que está empleando la computación social para obtener información sobre las galaxias. Este tipo de arquitecturas también se utiliza en otros campos, como la biología. La clave es incentivar a las personas para que formen parte del proyecto como voluntarios, como en el caso de los globos aerostáticos. Además, todo esto es muy interdisciplinar, pueden trabajar juntos profesionales de todos los campos: informáticos, economistas, sociólogos…


¿Y cómo se implicarían los pacientes en un hipotético “Facebook de la salud”?
En parte ya existe, la diferencia es que en lugar de comunicarte con tus amigos te comunicas con personas que tienen intereses comunes sobre salud. Las experiencias muestran que los pacientes hablan entre ellos cuando muestran los mismos síntomas. En este caso, la mejor forma de incentivar su participación es, precisamente, que pueden obtener esa información. En cambio, para la compañía que pone en marcha el servicio el interés está en la información poblacional.


Obtener información es lo más valioso en ambos casos.
También hay otras vías para lograrla, como los nuevos dispositivos relacionados con la salud, la banda deportiva de Nike+ o los nuevos productos de Apple. Proporcionan una gran cantidad de datos sin que los humanos tengan que hacer nada más que llevarlos consigo.


O, simplemente, el móvil que cuenta nuestros pasos.
Sí, exacto.


Pero esta tecnología ya existe.
Sí, el reto de la investigación es combinar los diferentes sistemas y entender las posibilidades que nos dan. También hace falta investigar en relación a la política y a la ética, porque es fácil encontrar aplicaciones negativas: imaginemos que en lugar de los globos nos dedicamos a perseguir personas que no nos caen bien. En mi caso, uno de los proyectos en los que trabajo analiza la posibilidad de compartir información de los pacientes, pero realmente no nos dedicamos a la computación social, sino que estamos investigando qué datos podemos almacenar de forma ética y segura.


Entonces, ¿el gran problema es la protección de datos?
Deberíamos conseguir que las personas sean capaces de almacenar sus propios y exclusivos datos de forma que los tengan bajo su control. La dificultad es conseguir un gran sistema de computación que comparta datos de forma abierta pero que aún te permita bloquear ciertos elementos para tu propia privacidad. Este tipo de cuestiones no sólo llevan consigo problemas de computación sino también éticos y políticos.