"Es imposible que haya un accidente en un cementerio nuclear"
José Pichel Andrés/DICYT España ha abierto el debate sobre la instalación de un Almacén Temporal Centralizado (ATC) de residuos nucleares y en las numerosas localidades candidatas surgen voces a favor y en contra que giran en torno a la rentabilidad económica y social y a la seguridad. Francisco Fernández, catedrático de Física Nuclear de la Universidad de Salamanca, aporta la visión más técnica: no existe ninguna evidencia científica de riesgo para la salud y una instalación de este tipo, destinada a albergar residuos, es incluso más segura que las centrales nucleares, donde se producen reacciones en cadena. Además, el ATC que propone el Gobierno está asociado a un gran parque tecnológico, en el que habrá diversas posibilidades para desarrollar líneas de investigación punteras, afirma el experto.
En declaraciones concedidas a DiCYT, Francisco Fernández ha explicado que un cementerio nuclear es "una instalación segura en el sentido de que la radiactividad que puede emitir está controlada y cuenta con barreras que impiden su salida al exterior". Además, se realizan mediciones constantes que garantizan que los niveles de radiación no son perjudiciales para la salud, al igual que ocurre en una central nuclear.
Incluso una central nuclear presenta, en potencia, muchos más riesgos. "En una central se genera energía y si se produce un mal funcionamiento, podría haber un accidente, porque se trata de procesos dinámicos, pero un almacén no tiene ninguna actividad", señala. Una central nuclear realiza procesos complicados, "se enciende y se apaga y para producir energía realiza lo que se conoce como reacción en cadena". Este fenómeno tiene lugar cuando un neutrón es lanzado contra un átomo provocando su fisión, a su vez, el átomo desprende neutrones que chocan contra otros átomos para provocar nuevas fisiones y así secesivamente, en un proceso que produce una gran cantidad de energía.
Por el contrario, el objetivo del cementerio nuclear es el opuesto, no sólo no se activa este tipo de procesos, sino que se trata de que los residuos generados dejen de emitir radiaciones. Por lo tanto, "es imposible que haya un accidente nuclear" en el futuro almacén de residuos, según el experto.
Más de 1.000 años
Lo que está claro es que construir en España una instalación de este tipo es imprescindible para almacenar "los residuos que proceden tanto de las centrales en activo como de las que se desmontan, porque desprenderán energía durante 1.000 ó 1.500 años", indica.
Sin embargo, el ATC que proyecta el Gobierno está pensado para 60 años, un tiempo prorrogable hasta 100. El motivo es que se trata de hacer tiempo hasta la futura construcción de lo que se denomina almacén geológico profundo, el cementerio definitivo para los residuos.
Investigar para transformar los residuos
Además, esto dará la oportunidad de realizar invetigación puntera en torno al almacenamiento de residuos en el parque tecnológico anexo al almacén. "Se podrá investigar lo que se denomina transmutación de los residuos, es decir, conseguir reacciones que los conviertan en un material con menos radiactividad, de forma que finalice antes el periodo de tiempo en el que emiten radiación", apunta Francisco Fernández. Asimismo, otra línea muy potente de investigación en torno a los residuos es la mejora de los contenedores en los que se almacenan.
Con respecto al lugar más idóneo para ubicar el ATC, el experto asegura que no tiene que cumplir demasiados requisitos, ya que la instalación es segura por sí misma, pero en cualquier caso, conviene que sea una zona geográfica que no registre actividad sísmica y un lugar concreto no inundable. Además, señala otro aspecto importante: que esté bien comunicado, ya que hasta allí tendrán que trasladarse los residuos nucleares de toda España.
Aunque el Gobierno español ha tomado como referencia y modelo un almacén ubicado en Holanda, ya hay instalaciones de este tipo repartidas por toda la geografía europea: Alemania, Francia, Bélgica, Reino Unido, Suecia, Suiza y Rusia, recuerda.
Midiendo la radiactividad |
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Francisco Fernández es un experto en medir radiación nuclear, ya que las universidades de Salamanca y León forman parte de la red de estaciones de medida de radiactividad ambiental que coordina el Consejo Nacional de Seguridad Nuclear (CSN), vigilando que los niveles registrados en la comunidad autónoma no superen las recomendaciones de la Organización Internacional de Protección Radiológica.
La fábrica salmantina de Enusa, ubicada en la localidad de Juzbado, es objeto de estas pruebas, que consisten en tomar muestras de suelo, vegetales, pescado leche y agua. El objeto de estas muestras es detectar cada uno de los tres tipos de radioactividad que se genera, ya que los núcleos atómicos se descomponen en radiación alfa, beta y gamma.
El primer tipo de radiación penetra con dificultad en el organismo si no es ingerido directamente a través de algún alimento contaminado, pero es el que provoca mayores daños. Por el contrario, tanto las radiaciones beta como las gamma no causan alteraciones tan importantes, pero penetran con mayor facilidad en el cuerpo humano si el ambiente en el que se mueve un individuo está contaminado. |