Alimentación España , Valladolid, Viernes, 17 de enero de 2014 a las 17:07

Un proyecto europeo transformará los residuos de eucalipto en energía eléctrica y térmica

El LIFE Eucalyptus Energy tiene una duración de tres años y un presupuesto cercano a los 1’7 millones de euros

Cristina G. Pedraz/DICYT En España se estima que existen cerca de 760.000 hectáreas de monte ocupadas por eucaliptos, la mayoría en el noroeste y en el suroeste de la península. Esta especie arbórea, debido a su rápido crecimiento y a su productividad (se estima que es, junto al chopo, el más productivo en cantidad de madera en el país), se ha utilizado de forma recurrente en repoblaciones forestales. El destino principal de su madera es la industria papelera aunque también se está empezando a aplicar a labores de carpintería. Sin embargo, a los residuos de este árbol (hojas, ramas, madera desechada en la industria, etc.) no se le está dando una salida productiva, lo que ha llevado a varias entidades europeas a poner en marcha el proyecto LIFE Eucalyptus Energy.


El objetivo final del proyecto es transformar estos residuos de eucalipto en energía eléctrica y térmica, para lo cual se diseñará una planta de demostración basada en la tecnología de pirolisis. En el consorcio participan cuatro entidades, tres de ellas españolas, la Asociación Asturiana de Empresarios Forestales y de la Madera (Asmadera), la empresa Ingemas como coordinadora del proyecto y el centro tecnológico Cartif de Valladolid, así como la empresa británica CPL industries.


Como explican a DiCYT Ana Urueña y David Díez, investigadores de Cartif que participan en el proyecto, el centro tecnológico trabaja desde hace varios años en el aprovechamiento energético de la biomasa. “Hemos desarrollado proyectos de pirolisis (en los cuales se introduce la biomasa en un reactor en ausencia de oxígeno) y también de gasificación y hemos observado que uno de los puntos clave de la tecnología es la limpieza del gas que se produce en la reacción. Este gas tiene una alta concentración de alquitranes y si se quiere utilizar para producir energía eléctrica a través de un motor, como en este caso, primero es necesario limpiarlo porque puede estropearlo”, detallan.


Cartif ha desarrollado tecnología que permite limpiar el gas del proceso de pirolisis y la aplicará en este proyecto. Por su parte, Asmadera se encargará de suministrar la biomasa de eucalipto y de las labores de difusión, mientras que Ingemas llevará a cabo la parte de ingeniería y la producción de energía eléctrica y la empresa británica desarrollará la tecnología de pirolisis.


“Una vez que tengamos la biomasa la trataremos para que esté en las mejores condiciones antes de introducirla en el pirolizador. Cuando se produce la reacción de pirolisis, como resultado producimos el gas y un residuo sólido (biochar). El gas pasa a nuestro sistema de limpieza y de él a un motor para producir la energía eléctrica y térmica. El biochar que se produce en el proceso de pirolisis lo vamos a utilizar como enmendante orgánico”, apuntan los investigadores de Cartif.


Planta piloto


El proyecto LIFE Eucalyptus Energy, que tiene una duración de tres años y un presupuesto cercano a los 1’7 millones de euros (de los cuales la mitad están financiados por la Unión Europea), prevé la creación en 2015 de una planta piloto con una capacidad de 105 kilovatios eléctricos. La planta se instalará en la localidad asturiana de Tineo.


El fin último es demostrar la viabilidad de la tecnología y transferir el conocimiento resultante a otras partes de Europa en las que se puede replicar la experiencia.


Asimismo, el subproducto del proceso de pirólisis, el biochar, se va a ensayar como enmendante orgánico en plantaciones de eucaliptos. “El biochar esponja el suelo y retiene los nutrientes, de forma que si se añade el fertilizante habitual tiene un efecto retardante y la planta dispone de él más tiempo. Lo vamos a aplicar a terrenos con eucaliptos y vamos a ver la evolución de una plantación a la que se aplica el biochar y de otra en la que se utiliza el tratamiento fertilizante habitual”, concluyen Ana Urueña y David Díez.