Riesgo de inundaciones en el Mar Menor por el aumento de la temperatura global
USAL/DICYT Un equipo multidisciplinar de investigadores coordinado por el geólogo de la Universidad de Salamanca Antonio Martínez Graña, en el que participan la Universidad de Alcalá de Henares y la Sección de Geología del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, acaba de alertar de la posible subida del nivel del agua del Mar Menor de hasta unos 1,5 m. a lo largo del próximo siglo, con el consiguiente riesgo de inundación que supone para su zona costera.
Los científicos aducen el origen de este probable escenario futuro al “progresivo aumento de las temperaturas globales influido, además, por las características físicas, geográficas y la gran presión urbanística de este particular enclave”, explica Martínez Graña a Comunicación USAL.
El estudio, liderado por los investigadores del Departamento de Geología de la USAL, concretamente del Área de Geodinámica, y recientemente publicado en la revista científica Sustainability muestra un alto riesgo de inundación en la playa de la Manga y las áreas costeras del Mar Menor que, “podría verse agravado por un incremento de hasta 4,1 metros en la altura media de la ola significante”, subraya el responsable del trabajo.
Los datos globales reflejan que se está produciendo un incremento medio del nivel relativo de los océanos en torno a 1,7 mm anuales, fruto del deshielo de glaciares y del progresivo aumento de las temperaturas en el planeta. En España, el Mar Menor cumple todas las condiciones de vulnerabilidad por inundaciones, ya sean debido a una mayor incidencia de las tormentas en la zona o por el posible aumento del nivel relativo del mar. La elevada actividad turística, el carácter subsidente del terreno –hundimiento vertical del suelo- y la porosidad del sustrato de la zona, entre otros, aumentan de manera alarmante el grado de exposición del Mar Menor ante una inundación a corto y/o medio plazo.
Subida del nivel del mar de hasta 1,5 m. y posible tsunami de 8 m.
Para analizar el riesgo de inundación en la Manga del Mar Menor motivado por la subida del nivel del mar u otras causas naturales como subsidencia, tormentas y tsunamis, los científicos emplearon datos históricos y registros sedimentarios antiguos de zonas cercanas con los que generaron diferentes escenarios de subida y bajada del nivel relativo del mar para períodos de tiempo de 100 años, 500 años y 1.000 años desde la actualidad.
El consorcio de investigación determinó una subida del mar en el área de entre 1,2 y 1,5 mm. al año durante los últimos 25 años. Los resultados arrojan, además, un alto riesgo de inundación en la playa de la Manga y áreas costeras del Mar Menor y prevén una subida del mar de hasta 1,5 m. y aumento de hasta 4,1 m. en la altura de la ola significante.
Concretamente, el trabajo deja entrever que en los próximos 100 años el mar pueda llegar a afectar a zonas situadas entre los 4,22 y 5,69 m. como consecuencia del incremento en la altura de la ola. Respecto a un posible tsunami en el Mar Menor, M. Graña recuerda que el 10 % de ellos suceden en el Mar Mediterráneo. No obstante, no existe un registro histórico fiable que determine la altura máxima que pudiera alcanzar, por lo que toman de referencia al mayor tsunami registrado en la Península Ibérica fruto del terremoto de Lisboa de 1755. Es decir, una posible pero improbable ola máxima de 8 m. de altura.
Mapa de ciudades en riesgo de inundación para optimizar medidas preventivas
San Pedro del Pinatar, Santiago de la Ribera, parte del aeropuerto de San Javier, Los Alcázares, Playa Honda y algunos complejos hoteleros y urbanizaciones del sur y centro de La Manga son localizaciones especialmente vulnerables de acuerdo al índice de vulnerabilidad costera aplicado por los investigadores para la ejecución del estudio. Asimismo, señalan como factor de inundación más probable para las áreas habitadas la subida del nivel del mar de carácter meteorológico asociada a situaciones de tormenta.
Con el diseño de este mapa de riesgos, los científicos persiguen crear una herramienta que ayude a “identificar los puntos espaciales más vulnerables y optimizar las medidas preventivas de esas zonas”, concluye el geólogo.