Medio Ambiente España , Salamanca, Martes, 05 de junio de 2012 a las 15:35

“Los testigos de hielo son cruciales para ver la influencia del ser humano en el cambio climático”

José Abel Flores, investigador de la Universidad de Salamanca, ha participado hoy en el congreso ‘Los cambios climáticos bruscos. Ciencia y medios de comunicación’, que se celebra en Madrid

José Pichel Andrés/DICYT José Abel Flores, investigador de la Universidad de Salamanca y reciente Premio Castilla y León de la Protección del Medio Ambiente, ha explicado hoy en Madrid la importancia de los testigos de hielo en la investigación sobre cambio climático. Gracias a las perforaciones que los científicos realizan en el hielo acumulado durante miles de años, se obtiene información sobre el clima del pasado, de tal manera que estos datos, hoy en día, son muy importantes para intentar predecir la evolución del clima y sobre todo para saber cuál está siendo la influencia del ser humano en el cambio climático actual.

 

En el contexto del congreso ‘Los cambios climáticos bruscos. Ciencia y medios de comunicación’, organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el marco del proyecto de investigación GRACCIE, José Abel Flores ha asegurado que “en el presente podría estar la clave del futuro”, reformulando el principio de la Geología que dice que “en el presente se encuentra la clave del pasado”, enunciado por Henry Hutton. Es decir, que investigar lo que ha pasado en anteriores cambios climáticos ofrece pistas sobre la futura evolución del clima.

 

En particular, “quienes trabajan en testigos de hielo consideran que es fundamental estudiar el pasado para predecir el futuro”, ha comentado el geólogo de la institución académica salmantina en una ponencia recogida por DiCYT. Los lugares en los que se busca esa información son los glaciares, especialmente, en Groenlandia en el Norte y en la Antártida en el Sur, donde se ha ido acumulando el hielo de tal forma que en algunas zonas del continente blanco llega a haber 4.000 metros de hielo. La investigación ha permitido obtener datos de hasta hace un millón de años.

 

“Si tenemos suficiente tecnología y posibilidades, podemos obtener una información bastante rica”, afirma. Sin embargo, ¿qué se puede medir y cómo hacerlo? Un glaciar está constituido por capas y profundizando en ellas se dispone de un registro temporal muy valioso. Los inconvenientes a la hora de tratar la información son las limitaciones geográficas, así como el coste económico, pero las ventajas de los datos de los testigos son el registro de alta resolución que aportan y el “acceso directo” a parámetros físicos y químicos. En este campo, estudiar las relaciones entre isótopos ofrece información acerca de dónde proceden los materiales o acerca de la temperatura local a lo largo del tiempo.

 

La revolución de las burbujas de hielo

 

Un aspecto que ha sido “revolucionario” en este tipo de investigación en los últimos años ha sido la posibilidad de obtener datos de las burbujas acumuladas en el hielo. Independientemente de la complejidad de su análisis, “me atrevería a decir que esta técnica es la gran revolución en el estudio del paleoclima”, declara José Abel Flores. En las burbujas quedan atrapados gases como el CO2 o el metano y esto ha permitido investigar cuestiones tan curiosas como la quema de la madera por parte de las sociedades, lo que ha evidenciado cómo se ha incrementado en los últimos siglos.

 

Además, permiten conocer datos más generales, como la humedad relativa a lo largo del tiempo, las características del océano más próximo, la composición biológica o la actividad volcánica. “En relación a clima global lo importante es la obtención de un registro real de concentración de diversos componentes”.

 

Mayor concentración de CO2

 

En definitiva, la investigación de los testigos de hielo ofrece las bases para poder reconstruir lo que ha sucedido en el pasado, pero ¿qué tiene de relevante para la actualidad? En opinión de José Abel Flores, son “cruciales para determinar el efecto del hombre”, porque gracias a ellos sabemos, por ejemplo, que en la actualidad vivimos el momento de mayor concentración de CO2 del último millón de años. Además, “los testigos proporcionan los datos fundamentales para introducir modelos que predigan la evolución del clima”.

 

Aunque el investigador salmantino es buen conocedor de la técnica de los testigos de hielo, sus investigaciones más habituales pasan por buscar información similar en los sedimentos marinos y correlacionarla con los testigos de hielo. En este campo, José Abel Flores y el Grupo de Geociencias Oceánicas de la Universidad de Salamanca ha participado en GRACCIE, un proyecto de investigación Consolider que incluye a más de una decena de instituciones, entre ellas el CSIC y varias universidades. Su labor ha sido, precisamente, realizar sondeos en las profundidades marinas de los alrededores de la Península Ibérica para obtener sedimetos que, a través de su posterior análisis, ofrezcan pistas de la evolución climática, modificaciones de la temperatura, de las líneas de costa o de la biodiversidad.