Los microorganismos extremófilos sirven para investigar el pasado y anticipar el futuro
BAC/JPA/DICYT La investigadora argentina Virginia Helena Albarracín, científica del Instituto Max Planck de Alemania y del Laboratorio de Investigaciones Microbiológicas ‘Lagunas Andinas’ (LIMLA, en Argentina), ha visitado hoy la Universidad de Salamanca para intensificar su colaboración con el Departamento de Microbiología y Genética y ofrecer un seminario de investigación acerca de su trabajo: el estudio de los microorganismos presentes en los ecosistemas extremos característicos de lagunas ubicadas en la cordillera de los Andes, en el Noroeste de Argentina.
Entre las condiciones extremas de esta zona destaca la alta irradiación solar, así que Virginia Albarracín investiga bacterias capaces de crecer en este ambiente y sobrevivir a la radiación ultravioleta. El estudio de estos microorganismos es “una ventana al pasado y al futuro”, asegura la experta en declaraciones a DiCYT. Por una parte, la radiación ultravioleta y el ambiente volcánico reflejarían una situación parecida a la de la Tierra en sus orígenes. Por otra, de cara al futuro, la NASA está interesada en este ambiente por su parecido con Marte, así que resulta ideal para realizar experimentos con robots.
Además, también pensando en el futuro, pero de una manera aún más práctica, “nos interesan estos microorganismos porque pueden tener una aplicación biotecnológica en muchas áreas, incluida la salud, para el desarrollo de medicamentos, o como mecanismo de transferencia de energía”, asegura.
Virginia Albarracín y los responsables de este proyecto han firmado recientemente artículos en revistas científicas muy destacadas por los importantes hallazgos que han realizado en las lagunas de los Andes. “En 2009 descubrimos un sistema de estromatolitos, pero no se ha publicado hasta este año”, comenta. “Los estromatolitos fueron durante mucho tiempo los dominadores de la vida en la Tierra, pero hoy en día se encuentran en muy pocas partes del mundo y nosotros los hallamos por primera vez a más de 3.000 metros de altura”, explica.
Los estromatolitos modernos son un modelo para estudiar sistemas arcaicos, pero además, haberlos encontrado en estas lagunas en condiciones parecidas a las de la Tierra primitiva incrementa su interés científico.
Sorprendente biodiversidad
Al tratarse de un ambiente extremo, lo normal es pensar que hay poca vida, pero “desde un punto de vista microbiológico, hay una alta biodiversidad y las comunidades microbianas son las que sustentan este ambiente y la cadena trófica superior. Todo el ambiente ecológico se genera a partir de ellas”, asegura. De hecho, los investigadores han encontrado en las lagunas microorganismos de todos los grupos bacterianos y no sólo bacterias, también arqueas, hongos o levaduras. “Es muy interesante, porque tenemos cepas de 500 microorganismos de esta zona”, declara.
Estos hallazgos son los que explican la colaboración con la Universidad de Salamanca y en particular con el grupo de la investigadora Martha Trujillo, con amplia experiencia en la identificación y taxonomía de nuevos microorganismos. En la actualidad, ambas partes trabajan en un el desarrollo de un posible proyecto bilateral con financiación de ambos países. En este sentido, Virginia Albarracín destaca que Argentina está apostando con fuerza por la inversión en Ciencia y Tecnología: “Estamos en un momento oportuno”, asegura.
Potenciales aplicaciones
De hecho, a pesar de que su trabajo se sitúa en el ámbito de la ciencia básica, tiene potenciales aplicaciones con un gran futuro sobre todo en dos líneas. Por una parte, “las extremoenzimas captan la luz y reparan ADN, por lo tanto, se podrían utilizar para cremas protectoras solares que eviten el desarrollo de cáncer”, señala. Por otro lado, “como son ambientes extremos y los microorganismos compiten entre sí, creemos que esta competencia se basa en una guerra de moléculas y que podríamos extraerlas y utilizarlas como compuestos fitotóxicos para futuros productos antitumorales o antibióticos”.
Una zona en peligro
Sin embargo, todas estas aplicaciones podrían estar en peligro si se apuesta por explotar los recursos de la zona en la que se sitúan las lagunas, un lugar que algunos denominan la “Arabia Saudita sudamericana”. “El agua de las lagunas se extrae para las minas del lado chileno”, comenta, por eso, su trabajo de investigación incluye también un trabajo de divulgación científica para llamar la atención acerca de un lugar que “parece un desierto pero contiene mucha vida que sustenta más vida y necesitamos que esto se proteja”. Por eso, la científica anima a que otros grupos de investigación también acudan a estudiar las lagunas de los estromatolitos.