Lanzado con éxito el satélite que cartografiará la Vía Láctea
UNED/CGP/DICYT El Aula Magna de la nueva Facultad de Ciencias de la Universidad de Valladolid ha sido escenario hoy de la retransmisión en directo del lanzamiento del satélite GAIA, una misión con fines científicos desarrollada por la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés). Puntual y sin ningún contratiempo, el satélite ha sido lanzado a bordo del lanzador Soyuz-Fregat desde el Puerto Espacial Europeo, en la Guayana Francesa. Pasadas las 10.12 horas, el “GPS” más preciso de la galaxia ha comenzado su viaje hasta el punto Lagrange 2, situado a 1’5 millones de kilómetros de distancia de nuestro planeta.
“El principal objetivo de GAIA es hacer un mapa en tres dimensiones del 1 por ciento de las estrellas de la galaxia. Aunque parezca poco, estamos hablando de unos mil millones de estrellas”, explica a DiCYT Abel Calle, responsable de la Sección de Física de la Universidad de Valladolid y organizador de la jornada, quien recuerda que la misión tiene además “objetivos relacionados con la búsqueda de exoplanetas y con el análisis y la observación se asteroides”.
Así pues, los fines de la misión son principalmente astrométricos, como la generación de un catálogo de mil millones de estrellas, la localización y caracterización de las enanas marrones (masas subestelares), la búsqueda de exoplanetas (que no pertenecen al Sistema Solar), el estudio de los asteroides y el testeo de algunos resultados de la Teoría de la Relatividad.
La Jornada celebrada en la Universidad de Valladolid ha sido una de las tres retransmisiones en directo del lanzamiento del satélite que han contado con el respaldo de la ESA, junto con las de Madrid y Barcelona. “Gracias a la buena relación de la Sección de Física con la ESA hemos conseguido que viniera un representante de la Agencia, César García, y celebrar un acto científico y divulgativo en torno a la misión”, señala Abel Calle.
El objetivo, agrega, “ha sido trasladar el mundo de la tecnología de vanguardia, como es el caso de la misión que hoy se ha lanzado, de alta complejidad científica, al ámbito universitario”.
Gran resolución
El satélite llegará a su destino dentro de un mes, aunque en el trayecto “encenderá sus instrumentos y empezaremos a recibir datos sobre mediciones de ángulos”, explica José Hernández, Ingeniero de Operaciones y Calibración de GAIA de la ESA. Desde su ubicación, el satélite gozará de la estabilidad necesaria para poder medir las distancias y movimientos de unos mil millones de estrellas de la Vía Láctea con una exactitud histórica: si GAIA estuviera en la Tierra sería capaz de medir el pulgar de una persona situada en la superficie lunar.
Sus observaciones permitirán diseñar un mapa tridimensional de las estrellas que componen nuestra galaxia de una forma bastante representativa, puesto que será capaz de cartografiar el 1 por ciento de la población estelar con un margen de error muy pequeño, algo sin precedentes. “GAIA traerá grandes avances en la comprensión de la inmensidad que nos rodea”, recalca Luis Sarro Baro, investigador del departamento de Inteligencia Artificial de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y líder de los cinco científicos de la UNED que participan en el proyecto.
El satélite cuenta con dos telescopios que apuntarán a zonas diferentes del cielo para medir simultáneamente la posición de las estrellas de esas dos regiones. La luz que recojan llegará hasta un mismo plano focal, formado por un mosaico de 106 CCD (Charge Coupled Devices), que forman la retina de GAIA. Su resolución, de 1.000 millones de píxeles, es la mayor conseguida desde el cosmos. Una antena electrónica será la encargada de que toda la información llegue a la Tierra.
Protegiendo esta tecnología punta, un parasol de diez metros de diámetro desplegará sus alas, lo que evitará que los rayos del Sol lleguen a los dispositivos y puedan trabajar a una temperatura constante de -110 °C. Diferentes empresas españolas han participado en la construcción de estos instrumentos de vanguardia, con una contribución superior al 11 por ciento en el conjunto de la misión.
Participación de la antena de Cebreros (Ávila)
Cada seis meses, GAIA observará toda la esfera celeste y se detendrá en cada astro más de 70 veces a lo largo de los cinco años que durará el proyecto. El satélite se comunicará con la Tierra un promedio de ocho horas al día y enviará diariamente 50 Gigabytes de datos a las antenas ubicadas en Nueva Norcia (Australia) y en Cebreros (Ávila).
La información que llegue a Cebreros será rebotada al Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC), que la enviará a su vez al consorcio DPAC (Consorcio para el Procesado y Análisis de los Datos), distribuido por diferentes puntos de Europa y del que forman parte 440 investigadores, más del 10 por ciento españoles.
“En todos los campos de la astrofísica –salvo en la observación solar– habrá una contribución de GAIA”, asegura Jordi Torra, investigador principal de GAIA en España y catedrático de la Universidad de Barcelona. Esto incluye a la materia oscura, que conforma el 90% de la galaxia y sigue siendo el gran enigma de los científicos. Se espera que GAIA proporcione información sobre cómo se distribuye.
Los investigadores calculan que dentro de dos daños dispondremos de los primeros datos científicos de la misión y, hacia el año 2022, estará listo el catálogo final de GAIA. Éste contendrá más de 1 Petabyte de información, lo que se traduce en unos 200.000 DVD, que los astrofísicos del futuro tendrán que analizar e interpretar. Estos datos serán públicos y accesibles para toda la comunidad científica.
Antes de todo eso, en julio del año que viene, los científicos empezarán a analizar las observaciones que GAIA haga de los polos eclípticos –los puntos de la esfera celeste que están encima y debajo del plano que contiene las órbitas del sistema solar–. “Va a observar esta zona para calibrar los instrumentos. Será la primera que captará”, avanza Sarro Baro.
Colaboración española
La misión es el resultado de dos décadas de trabajo y en ella participan instituciones españolas como la UNED, la Universidad de Barcelona (ICCUB-IEEC), las universidades de A Coruña, Cádiz y Pablo de Olavide (Sevilla), el Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), CESCA y Barcelona Supercomputing Center, además de una larga lista de empresas aeronáuticas. Su coste ha sido de 650 millones de euros lo que significa que cada ciudadano de los países que la integran ha tenido que poner poco más de un euro.