Alimentación España , Salamanca, Lunes, 14 de diciembre de 2015 a las 11:46

La finca del IRNASA, un gran laboratorio del campo

La Finca Experimental Muñovela del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (CSIC) sirve para realizar diversas investigaciones sobre agricultura y manejo del medio ambiente, tanto por parte de científicos como de empresas

José Pichel Andrés/DICYT La Finca Experimental Muñovela del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (IRNASA, centro del CSIC) es un gran laboratorio al aire libre en el que se realizan diversas investigaciones de forma simultánea que tratan de aportar nuevos conocimientos en beneficio de la agricultura y del manejo del medio ambiente, tanto por parte de los investigadores del propio centro como de empresas que realizan allí sus ensayos.

 

Uno de estos estudios analiza la aplicación de un activador de fertilizantes fosfatados, es decir, fertilizantes que contienen un alto porcentaje de fosforo, mineral esencial para la nutrición de las plantas. La empresa Fertinagro es la responsable de esta iniciativa, que intenta que “la eficiencia del abono sea mayor y, por lo tanto, aumente el potencial de producción de los cultivos”, explica a DiCYT Raquel Arroyo, ingeniera agrónoma y responsable de la finca del IRNASA. Este proyecto se prolongará a lo largo de toda la campaña agrícola, comparando parcelas en las que se aplica este producto y otras en las que no, además de diferentes dosis, lo que permitirá observar posibles diferencias.

 

El IRNASA también estudia el comportamiento en el medio ambiente de productos agroquímicos empleados habitualmente en el campo para mantener la productividad de las cosechas. En la actualidad, un estudio del grupo dirigido por María Jesús Sánchez analiza la disipación y distribución en el perfil del suelo de dos herbicidas muy utilizados en cereales. El estudio se lleva a cabo en parcelas de experimentación sin enmendar y enmendadas con compost de residuos verdes con el objetivo de ver si esta práctica agronómica, frecuentemente llevada a cabo, modifica la dinámica de los herbicidas en el suelo al aumentar el contenido en materia orgánica del mismo. Además, otro de los objetivos es estudiar el efecto de los herbicidas en la abundancia y actividad microbiana del suelo estudiando diversos parámetros indicadores de la calidad y la sostenibilidad del suelo.

 

Hongos muy útiles

 

Precisamente, ante los problemas que generan algunos pesticidas para el medio ambiente, parte de las investigaciones que se realizan en la actualidad en el ámbito de la agricultura se encaminan a buscar alternativas menos contaminantes pero que sigan garantizando buenos resultados. Por eso, otro grupo de investigación estudia la aplicación de hongos que resulten beneficiosos para las plantas.

 

Una de sus líneas de investigación, en colaboración con la compañía de semillas Cecosa, busca hongos que ayuden a mejorar el Tritordeum, un híbrido de trigo y cebada. Se trata de hongos endófitos, es decir, microorganismos que viven en el interior de otras plantas, y que podrían aplicarse a este caso para mejorar la producción de este nuevo cereal.

 

Una idea parecida se estudia en el caso de unas plantas del género Lolium que se usan como césped y que conviven con hongos que producen toxinas, haciendo que esta gramínea sea tóxica para algunos animales, como los insectos. Así, “estos hongos simbióticos se comportan como insecticidas naturales”, explican Íñigo Zabalgogeazcoa y Beatriz R. Vázquez de Aldana.

 

Estos investigadores también participan en un estudio internacional sobre la producción de toxinas de otra gramínea, Festuca rubra. El experimento se lleva a cabo simultáneamente en la finca del IRNASA, en las Islas Feroe (Dinamarca) y Finlandia. “El hongo vive a expensas de la planta y estamos observando posibles diferencias en distintas condiciones ambientales”, comentan.

 

Bosque sin intervención humana

 

Sin embargo, las investigaciones más singulares que se realizan en la Finca Experimental Muñovela están a cargo de Ignacio San Regina, ya que resulta excepcional encontrar hoy en día estudios tan prolongados en el tiempo como los que lleva a cabo este científico del IRNASA en varias parcelas cerradas. Su objetivo es analizar la evolución de terrenos que, tras dedicarse al cultivo o al pasto, quedan abandonados sin intervención humana. En uno de estos proyectos, observa a través de los años cómo las plantas herbáceas van conquistando el terreno y cómo se van imponiendo más tarde los matorrales y los árboles. En otro, estudia la regeneración de un encinar, compuesto por árboles de la especie Quercus rotundifolia, estudiando minuciosamente aspectos como la hojarasca o la producción de bellota.