Alimentación Colombia , Bogotá D.C., Viernes, 24 de febrero de 2012 a las 12:55

Investigadores de la Universidad Nacional mejoran la calidad del polen para el consumo

La idea de este proceso es recrear de manera industrial el modelo utilizado por las abejas para el consumo prote铆nico del polen

UN/DICYT Investigadores de la UN implementaron un revolucionario proceso que permite disminuir la carga microbiana del polen para aprovechar más sus nutrientes proteínicos. La industria apícola se reinventa. La idea de este proceso es recrear de manera industrial el modelo utilizado por las abejas para el consumo proteínico del polen. Ellas lo recolectan, lo almacenan en celdas selladas y después de procesarlo lo consumen con un alto nivel de nutrientes y proteínas.

 

El estudio consistió en analizar la viabilidad de cuatro cultivos lácticos comerciales por medio del sometimiento a procesos de fermentación en su polen apícola. La caracterización microbiológica y el posterior tratamiento térmico aplicado determinaron una disminución significativa en la carga microbiana.

 

Gracias a las condiciones geográficas y climáticas del territorio colombiano, la producción apícola nacional es una de las mayores del mundo, especialmente en la Sabana de Bogotá y en el Altiplano Cundiboyacense –en donde es menor la cantidad de toxinas en el ambiente–, aunque su explotación no es muy bien aprovechada.

 

Esta industria tiene una característica específica que la diferencia de las demás, pues entre mayor producción se presente, el beneficio ecológico para la región aumenta: “Si las abejas sobreviven en determinadas zonas, significa que hay una menor presencia de sustancias tóxicas en el ambiente. Cuando la colmena recolecta más, se genera mayor polinización, más frutos, más semillas y más cruces entre las especies que garantizan su conservación”, afirma la profesora Martha Quicazán, ingeniera química y docente de la UN.

 

La innovadora propuesta de estos investigadores se realizó a partir de la recolección, secado, tratamiento térmico e inoculación del polen para bajar la carga microbiana y así poderlo someter a la fermentación. Al término de este proceso, su composición química cambió y se logró recrear el modelo utilizado por las abejas.

 

Para la profesora Quicazán, el polen debe verse como si fuera coco o como la comida de las hormigas en un nivel microscópico: “Si yo comiera coco entero me perdería el valor nutricional que está en su interior, porque su coraza es muy fuerte. Si hago algo para romperlo, podría aprovechar sus nutrientes. Algo similar ocurre con las hormigas que recolectan su alimento, lo almacenan para que se degraden ciertos componentes y luego lo consumen”.

 

Con estos resultados, las asociaciones de apicultura nacionales están interesadas en su aplicación y el propio Ministerio de Agricultura se ha encargado de financiar cada uno de sus pasos. El objetivo para el futuro es generar valor agregado a esta industria y poner a marchar la técnica en el menor tiempo posible: “La aspiración de este trabajo es muy grande porque tiene un potencial muy alto; el producto será un polen con alta calidad microbiológica, sensorial y nutricional para el consumo”, asegura la profesora Quicazán.