Inmunólogos vallisoletanos analizan los beneficios para la salud de los probióticos
Cristina G. Pedraz/DICYT En los últimos años, diversas firmas dedicadas a la alimentación han destacado en sus campañas de marketing los beneficios para la salud que originan sus productos adicionados con probióticos, bacterias que en un número suficiente pueden modificar la flora intestinal y ayudar al organismo, por ejemplo, en la denominada “regularidad”. Así, microorganismos como los lactobacillus o las bifidobacterias han pasado a formar parte del vocabulario habitual de los anuncios publicitarios, sin que sus bondades hayan sido constatadas científicamente. Investigadores en inmunología de la Universidad de Valladolid trabajan en este sentido.
“La normativa europea ha cambiado bastante, pero antes muchas empresas podían decir cosas acerca de las bondades de esos productos que en muchas situaciones no estaban apoyadas en datos científicos. Se decía que si se consumía un determinado yogur ayudaba a la regularidad, pero faltaba por ver a través de qué vías o con qué mecanismos los probióticos, es decir, las bacterias que se encuentran en estos alimentos, eran capaces de ejercer su función, y eso es en lo que estamos trabajando en modelos in vitro”, ha precisado a DiCYT Eduardo Arranz, inmunólogo de la Facultad de Medicina e investigador del Instituto de Biología y Genética Molecular (IBGM).
De este modo, cultivan células en el laboratorio con gérmenes que pueden producir enfermedad, como los géneros escherichia coli y clostridium, y posteriormente ven cómo se comportan cuando se les añade un determinado probiótico. “Primero compruebas que ocurre cuando pones esas células con estos gérmenes y luego comparas qué sucede, por ejemplo, cuando añades un lactobacillus”, una de las bacterias consideradas benignas que se adiciona a determinados alimentos, como el yogur.
Los exámenes celulares se realizan con la técnica de citometría, que posibilita estudiar qué moléculas de membrana expresan. Esta técnica se basa o bien en la inspección al microscopio o bien midiendo de forma automatizada determinadas propiedades de la célula, como la dispersión de luz y fluorescencia al pasar un haz de luz a través de ellas.
Según el inmunólogo, hasta el momento se ha observado que los gérmenes “inducen a la maduración de las células puestas en cultivo”. Otro de los aspectos que se estudiará será la expresión de RNA (ácido ribonucleico), es decir, “que proteínas va a empezar a producir la maquinaria celular, si produce unas citoquinas u otras”. Las citoquinas son un conjunto de proteínas que regulan la función de las células del sistema inmune y de las que se encuentran en el intestino “hay unas que son inflamatorias y otras que son antiinflamatorias o reguladoras”, señala el investigador. Mediante este proyecto se podría establecer un perfil de citoquinas que expresan esas células.
Posibilidades terapéuticas
Por otra parte, los inmunólogos implicados en el proyecto tienen interés en las oportunidades terapéuticas que pueden brindar los probióticos de constatarse sus bondades, “no sólo en materia de prevención entre la población normal, sino las posibilidades pueden ofrecer en el tratamiento de algunas enfermedades inflamatorias del intestino”. Esta hipótesis se basa en que, cambiando la flora del intestino de estos pacientes mediante probióticos, se pueda conseguir algún beneficio terapéutico. “Imaginemos que estos probióticos producen citoquinas antiinflamatorias”, vaticina Arranz, al tiempo que señala que se trataría de una cuestión “para estudiar más a largo plazo y que no puede llevarse a cabo sin la colaboración de los hospitales”.
El trabajo que conlleva este proyecto es extenso. Previo a su inicio se han tenido que estandarizar la técnica de cultivo de células in vitro y las cantidades o concentraciones de los probióticos que son adecuadas. “Conseguir los probióticos no es fácil a veces y en el laboratorio hay un muchos procesos que consisten en repetir y repetir”, asevera el investigador.
Funciones de la flora | |
Los probióticos son microorganismos vivos que se agregan a un alimento y que permanecen activos en el intestino, adhiriéndose a la mucosa intestinal y ejerciendo efectos fisiológicos. Ingeridos en cantidades suficientes se considera en la práctica que poseen efectos beneficiosos para el organismo, como su contribución al equilibrio de la flora intestinal (conjunto de bacterias que viven en el intestino) y la potenciación del sistema inmunológico. El estudio busca contribuir a conocer mejor cómo actúan estas bacterias. “Se piensa que una de las funciones que tiene la flora es controlar los procesos de inflamación que suceden en el intestino y encontrar esta información es una vía abierta para seguir estudiando”, afirma el inmunólogo. |