Científicos españoles analizan cómo influye la proteína p53 en la gravedad de determinados tumores
AVPR/DICYT Augusto Silva, científico titular del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha dado a conocer, en el marco de las III Jornadas Oncológicas que organiza el Centro de Investigación del Cáncer, los resultados del último trabajo que está desarrollando junto con su equipo del Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid. Según ha avanzado a DICYT el propio Augusto Silva "nuestra principal línea de investigación trata de determinar por qué los procesos tumorales se agravan cuando en ellos está implicada la proteína p53, presente en el ácido desoxirribonucleico (ADN), de todas las células de nuestro organismo ".
La proteína p53 está involucrada en el 50% de los tumores humanos. En este porcentaje se incluyen algunos tan conocidos como el cáncer de mama, el de colon o el de pulmón. Las proteínas están formadas por aminoácidos, y de ellas dependen buena parte de los procesos bioquímicos que se desarrollan en un organismo. Augusto Silva, comenta sin embargo, "p53 no parece ser una proteína fundamental a simple vista, ya que en el laboratorio hemos conseguido diseñar animales, ratones en este caso, cuyas células carecen de ella. Sin embargo, es cierto que la esperanza de vida de estos animales es muy baja, apenas duran unas semanas".
Esto se debe a que el biopolímero p53 desempeña tres funciones esenciales relacionadas con el ciclo celular que estudia el equipo del profesor Silva: la primera de sus funciones es actuar como receptor de señales de peligro. Cuando se producen daños en una célula, unas sustancias actúan como sensores y avisan a p53 para que active los mecanismos de parada del ciclo celular (segunda función), impidiendo así que la célula se reproduzca. En ese momento, p53 también será la proteína encargada de evaluar el alcance de los daños que ha sufrido la célula, y de dar la señal para que las reparaciones se pongan en marcha. Pero su tercera función es aún más importante y la que relaciona a este biopolímero con los procesos tumorales. Cuando p53 realiza su informe de daños y detecta que éstos son demasiado grandes, entonces esta misma proteína es la encargada de activar la muerte celular programada o apoptosis. Si p53 falla, nada hará saltar las alarmas en caso de peligro, propiciando que una célula enferma siga reproduciéndose sin control y degenere en lo que conocemos como tumor.
Cuando las alarmas fallan
Estudiar a fondo los mecanismos en los que interviene esta proteína es un paso gigantesco para conocer el cáncer. Según los últimos estudios, tan sólo 200 de los aminoácidos que codifican p53, acumulan el 90% de las mutaciones que puede considerarse peligrosas. Augusto Silva comenta, "una de las realidades que hemos podido constatar es que no todas las mutaciones tiene el mismo peso; esto es, no todas suponen el mismo peligro para la proteína y en consecuencia para la célula. Nuestro objetivo es detectar cuándo p53 está dañado y el grado de ese daño, porque eso es fundamental para elegir el tratamiento que se aplicará a un tumor".
La mayor parte de los tratamientos actuales, como la quimioterapia o la radioterapia se centran en dañar las células que se están reproduciendo para que p53, que estará vigilando dicho proceso de reproducción, advierta el daño e induzca la apoptosis. Silva puntualiza: “Si el paciente carece de p53 o la proteína no puede realizar su trabajo, de nada servirá incrementar la dosis del fármaco o la dureza del tratamiento. Estaremos disparando a una diana que no existe”.