Científicos del Irnasa buscan en un parásito de los rumiantes componentes con valor terapéutico
Ana Victoria Pérez/DICYT La Unidad de Patología Animal del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Salamanca (Irnasa, perteneciente al CSIC) trabaja desde hace dos años en el análisis a nivel molecular de las diferentes fases del desarrollo de Schistosoma bovis; un parásito propio de rumiantes como la oveja y la vaca. Esta especie es similar a otras de esquistosomas que en zonas tropicales infectan a las personas provocando graves patologías. El proyecto, que se desarrolla bajo la dirección de los investigadores Ana Oleaga, Vicente Ramajo y Ricardo Pérez, tiene como objetivo último la identificación de moléculas con valor terapéutico para la industria farmacéutica.
Según han explicado a DICYT Ana Oleaga y Ricardo Pérez Sánchez "el Schistosoma bovis es un parásito que cuando infecta a los rumiantes se aloja en el torrente sanguíneo del animal, habitualmente en las venas del intestino. Para nosotros resulta interesante, que el parásito pueda vivir durante años en esa ubicación, ya que ello significa que Schistosoma bovis es capaz de neutralizar la respuesta inmunitaria del organismo infectado, además de la respuesta inflamatoria y los mecanismos hemostáticos".
Esta capacidad para vivir largo tiempo en un sistema tan protegido como el torrente sanguíneo ha llamado la atención del equipo de investigación del Irnasa, que se ha propuesto identificar las armas utilizadas por el parásito durante su asalto al organismo del hospedador. Al identificar proteínas parasitarias con capacidad inmunomoduladora, antihemostática y de regulación de la respuesta inflamatoria, los investigadores pueden estar describiendo nuevas dianas para fármacos, o un modelo a partir del que desarrollar una vacuna contra la infección.
Ricardo Pérez explica al respecto que "nuestro trabajo consiste principalmente en analizar e identificar las proteínas de la superficie externa del parásito (tegumento), así como las que este excreta o secreta, en el interior del organismo del hospedador durante la infección. El análisis de las muestras de tegumento y de las sustancias excretadas se realiza en todas las fases del desarrollo del parásito que tienen lugar en el interior del rumiante".
El Schistosoma bovis es un parásito con un ciclo de vida complejo, ya que tiene como primer hospedador un tipo de caracol llamado Planorbarius metidjensis al que las larvas de Schistosoma, denominadas miracidios durante esa fase, infectan en un medio acuático. Dentro del caracol la larva se multiplica saliendo de nuevo al medio acuático, ya en forma de cercarias. La cercaria es un nuevo tipo de larva provista de cola que es capaz de nadar libremente. Las cercarias infectan a ovejas y vacas penetrando en el cuerpo de los animales, generalmente a través de la piel de las extremidades, en el momento en el que éstos se acercan a beber. El rumiante se convierte así en su hospedador definitivo. Una vez en el cuerpo del animal, la cercaria continuará su desarrollo pasando paulatinamente por las fases de esquistosómula, preadulto, adulto y huevo, que son precisamente las fases que están siendo analizadas por la Unidad de Patología Animal del Irnasa.
Identificar proteínas
Las muestras procedentes del tegumento del parásito, así como las de excreción-secreción, son tratadas para separarlas posteriormente con técnicas de electroforesis bidimensional. "Este sistema permite separar las proteínas según su punto isoeléctrico y su peso molecular. Posteriormente, y gracias a la espectrometría de masas, podemos identificar cada una de las proteínas aisladas de la muestra comparando los datos obtenidos con los depositados en las bases de datos. Estas técnicas de análisis proteómico nos permiten identificar las proteínas parasitarias expuestas al hospedador durante la infección, que son precisamente las que pueden tener un mayor interés farmacológico o vacunal”, explica la investigadora Oleaga.
A falta de algo más de un año para concluir el proyecto Ana Oleaga, Vicente Ramajo y Ricardo Pérez, ayudados por dos becarios de investigación y dos técnicos de laboratorio, ya han conseguido identificar más de 50 proteínas y han publicado parte de los resultados de su trabajo en la revista científica Proteomics, lo que completarán con su próxima participación en el IX Congreso Ibérico de Parasitología que se celebrará del 25 al 28 de octubre en la ciudad portuguesa de Coimbra.