Espacio España , Madrid, Viernes, 21 de mayo de 2010 a las 19:26

Analizan un lago salado de Túnez para determinar si es un análogo planetario de Marte

Un proyecto internacional, con participación del CSIC, determinará si el lago Chott El Jerid reúne condiciones similares a las del planeta rojo

CSIC/DICYT La Tierra alberga lugares con condiciones físico‐químicas muy similares a las que se pueden encontrar en planetas como Marte. Estos ambientes extremos, como el que se observa en la cuenca del Río Tinto (Huelva), pueden llegar a ser validados por la comunidad científica como análogos planetarios y pasar, así, a convertirse en campo de pruebas para comprobar cómo responden los equipos y herramientas que van a emplearse en misiones espaciales o conocer cuáles son los límites de habitabilidad en condiciones extremas. Un equipo internacional, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) busca ahora determinar si el lago salado Chott El Jerid, en el sudoeste de Túnez, puede considerarse un análogo planetario. Desde el próximo 24 de mayo, y hasta el día 31, realizarán trabajos de campo en la zona y probarán algunos de los dispositivos que viajarán a Marte en 2011.


Esta campaña científica está dirigida por el investigador Felipe Gómez, del Centro de Astrobiología (centro mixto del CSIC y el Instituto Nacional de Tecnología Aeroespacial), en Madrid. La investigación, que reúne a expertos en Geología, Geobiología, Sedimentología y Geología planetaria, forma parte del programa Europlante, que busca vertebrar y organizar las ciencias planetarias en el seno de la Unión Europea.
 

Chott El Jerid es un lago sin salida al mar, ubicado en la región tunecina de Kebili, próxima a Argelia. “La mayor parte del año presenta una superficie salina, prácticamente sal de roca o halita pura, que es tostada y endurecida por el sol. La sal, que cubre las fuentes de agua subterránea, tiene un intenso color rojo debido a su alto contenido en hierro”, describe Gómez.

 

“Las características de Chott El Jerid sugieren que puede ser un excelente análogo de los depósitos clorados de Marte, descubiertos recientemente en su polo norte”, indica el director de la campaña. Gómez apoya esta afirmación en los datos preliminares del proyecto, recolectados en la primera campaña que realizó el equipo el pasado mes de noviembre. Entonces, explica, se analizaron y cartografiaron los principales puntos del lago que podrían ser de interés como análogos planetarios.

 

Una vez confirmado este extremo, los investigadores podrán analizar la habitabilidad en ambientes de este tipo. Como explica Gómez, “a pesar de que el lago tunecino es extremadamente árido y salino, es posible encontrar gran biodiversidad en la zona, compuesta fundamentalmente por organismos fotosintetizadores (algas microscópicas) y bacterias. Queremos conocer qué límites tiene la vida en parajes con condiciones tan desfavorables y, para ello, realizaremos perforaciones para conocer qué tipo de especies se encuentran en el subsuelo del lago”.


Además de desarrollar un catálogo de la biodiversidad de Chott El Jerid, la próxima campaña del proyecto delimitará mediante técnicas de sondeo geofísico las zonas acuíferas para obtener un completo entendimiento de la hidrología del lugar, entre otros aspectos. “Una vez en el laboratorio, trataremos de validar el lago como análogo planetario y trazaremos un mapa en 3D que permita una comprensión de los procesos geológicos de la zona y su efecto en la biología del hábitat”, concluye el investigador.
 

Probar sensores para Marte
 

Los científicos aprovecharán este viaje para probar in situ dos de los dispositivos que se enviarán a Marte en la expedición Mars Science Laboratory, programada por la NASA para el otoño de 2011. En concreto, comprobarán los sensores GTS y ATS, capaces de medir la temperatura del suelo y la atmósfera a cierta distancia, respectivamente. Ambos aparatos formarán parte de la Estación de monitoreo ambiental Rover, integrada en la expedición al planeta rojo y desarrollada por el Centro de Astrobiología en colaboración internacional.


Más allá de probar aparatos que luego viajarán al espacio, el descubrimiento de análogos planetarios también puede ser útil para concluir, por ejemplo, la presencia de agua en un planeta. Como relata Gómez, una de las constataciones de que este planeta albergó agua se logró gracias al hallazgo en su superficie de jarosita. Este mineral, bautizado con el nombre de la localidad almeriense de Jaroso, fue descubierto en el Río Tinto por el equipo de Gómez. “Para que se deposite en la superficie, la jarosita precisa que exista un medio líquido. Su presencia indica que, anteriormente, hubo agua en ese mismo lugar y que ésta tuvo que ser ácida y con alta concentración de metales”, aclara el investigador.